lunes, febrero 21, 2005

Veinte años hace ya

Hoy fue un día extraordinario, ya que en un momento mi mente viajó en el tiempo, veinte años atrás cuando el Señor me hizo el primero de dos regalos, el primero de dos luceros.

Ahí estaba, una malla intermedia, y palabras dulces de sus labios, el "te quiero" infaltable, ese que surge casi de manera espontánea, principalmente en los momentos de apremio.

Mis ojos se humedecieron, no era para menos, pues recordé aquellos cabellos dorados, rizados en su espalda y esa sonrisa diáfana acompañada por la risa, plena de alegría.

Las noches en vela cuando su frágil cuerpo fue afectado y en esos momentos su tristeza en los ojos, como la que hoy vi, pues sus pupilas no pudieron disimular el cristal de sus lágrimas, rebeldes sí, pero incontenibles.

Es un cuadro que no podré quitar de mi mente, pues proviene de uno de los dos seres que más amo en esta vida, uno de los dos luceros que me prestó El.

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